Una Gata sobre el tejado de Zinc Caliente- Tennessee Williams
El día 11 de noviembre de 2017 se representaba en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife la magnífica obra escrita por Tennessee Williams Una Gata sobre un tejado de Zinc caliente publicada en 1955 y estrenada en Madrid por vez primera en el año 1959. Sufrió, como muchas otras obras de la época, la censura, que obligó a la obra a cambiar el título a La Gata sobre el tejado.
El día 11 de noviembre de 2017 se representaba en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife la magnífica obra escrita por Tennessee Williams Una Gata sobre un tejado de Zinc caliente publicada en 1955 y estrenada en Madrid por vez primera en el año 1959. Sufrió, como muchas otras obras de la época, la censura, que obligó a la obra a cambiar el título a La Gata sobre el tejado.
En cuanto a los
espectadores que se encontraban en el teatro, que eran bastantes, ya que había
pocos asientos vacíos, debemos definirlo como un público bastante cercano, que
se reía cuando había que reírse y que, en ciertas ocasiones en las que la
tensión dramática se palpaba en el ambiente, ciertas personas adelantaban sus
cuerpos, como si siquiera llegar antes a la revelación final que estaba
aconteciendo. Y, aunque normalmente la temperatura de los teatros suele ser más
fría de lo habitual, no fue el caso de esta vez. Comenzaba a hacer calor desde
el minuto primero de la representación, lo que provocó que en el minuto 30
todos comenzaran a utilizar el programa que nos habían dado como abanico. No sé
exactamente si estaba preparado de esta manera o si, por el contrario, era toda
una coincidencia provocada por nuestro cerebro ante lo que estábamos
visualizando, pero a medida que comenzaba la obra, que recordemos que comienza
en una calurosa tarde de verano, y llegaba al final donde incluso comienza una
tormenta en el escenario, la temperatura bajaba de manera tal que ya no era
necesario abanicarse, ni buscar un ápice de aire. Como si en realidad
hubiésemos sido participes activos de aquella tarde en la que sucedían los
acontecimientos.
La naturalidad que exigía la obra fue gratamente bien escenificada por los actores, quienes proyectaban de manera espléndida sin caer en el dramatismo, en ocasiones irreal propios de las obras de teatro, manteniendo la naturalidad en todo momento. En concreto, es digno de alabanza el personaje del padre representado por Juan Diego, quien era capaz de proyectar incluso en los susurros haciendo que nos enteráramos de todas las palabras que salían por su boca. El personaje de Maggie representado por Begoña Maestre también digno de alabanza, así como todos los demás actores que formaban este maravilloso elenco. Esa misma naturalidad es la causante de que el espectador fuese capaz de entrar a formar parte de aquel caluroso día veraniego en la que se producían múltiples acontecimientos.
Casi ya al final de la
obra, cuando estalla en el escenario la tormenta en la que cae agua y rayos, el
sonido era tal que, sin perder ni una sola palabra que pronunciaban los
actores, se escuchaba realmente bajito, aportando a la obra una mayor
naturalidad en el acto comunicativo.
La utilización de la luz
en el escenario fue perfecta, la obra comenzaba con una mañana calurosa y poco
a poco se iría transformando en la tarde calurosa con la que los personajes
comenzarían a dialogar entre sí, hasta llegar a la noche tormentosa con la que
acabará la obra en la que la utilización de la luz es fundamental. Asimismo, la
utilización del espacio escénico por parte de los actores fue sublime, pues
consiguieron el equilibrio escénico que permitiría llenar todo el espacio que
estábamos visualizando.
Los numerosos objetos que
entraban y salían de escena gracias a las acciones de los actores, les
permitían actuar con esa naturalidad que se requería en la obra. Y por último,
pero no menos importante, la actuación de los actores que representaban
personajes bien diferenciados en los que podíamos ver a un Brick (Andreas
Muñoz) roto por dentro debido a la muerte de su amigo y dispuesto a
emborracharse para no ver la mentira que supone vivir en el mundo real; a
Maggie (Begoña Maestre), una gata que se encuentra en un tejado a punto de
derrumbarse, pero dispuesta a luchar hasta el final; una Mae (Marta Molina) y a
Gooper (Jose Luis Patiño) más interesados en la herencia de su padre que en el
estado de salud en el que se encuentra el patriarca. Una madre (Alicia Sánchez)
en un principio feliz de la mejora repentina de su marido y destrozada después
por la mentira que le han hecho creer y lo que ella representa; y un padre
(Juan Diego) preocupado por el estado y la historia de su hijo Brick y harto de
la vida que lleva.
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